Muchos tienen la creencia de que estar al frente de una empresa significa que debemos realizar personalmente cada una de las tareas que permitan a la empresa lograr el éxito. Nada más lejano a la realidad, el control absoluto, además de tratarse de un estilo anticuado y poco práctico, es el camino más rápido para quemarse, con el consecuente daño a los resultados de nuestra empresa.
Ante la infinidad de asuntos que conlleva estar al frente de una compañía, de un proyecto o de un equipo de trabajo, se hace necesario que deleguemos las diferentes tareas. Sin duda, esta es una de las características más destacadas de un buen líder, la capacidad de delegar responsabilidades… aunque también es una de las más difíciles de lograr.
La delegación de responsabilidades puede convertirse en uno de los asuntos más complejos de un proyecto porque lleva implícita depositar nuestra confianza en los integrantes de nuestro equipo de trabajo, ya que delegar no se trata únicamente de que asignemos tareas sino de transferir la autoridad y responsabilidad para desarrollarlas. Para delegar, es necesario que conozcamos cuáles son los objetivos que se pretenden lograr, solo así podremos saber qué se delega y en quiénes se delegarán funciones. Quien recibe el encargo debe tener claro los resultados que se esperan de él.
La confianza necesaria se logra cuando conocemos a cada uno de los que integran nuestro equipo y de lo que son capaces de lograr. Esto nos permite distribuir de manera estratégica cada responsabilidad. Este conocimiento puede lograrse de manera progresiva, primero transfiriendo tareas cotidianas o funciones no prioritarias, para luego, dependiendo de los resultados, transferir responsabilidades más relevantes y la toma de ciertas decisiones.
Algo que debemos tomar en cuenta es que cuando concedemos esta autoridad y responsabilidad para que se actúe en nuestro nombre, nos habremos de comprometer con la decisión tomada, apoyándola y defendiéndola ante nuestros superiores y clientes. De esta forma, delegar responsabilidades no significa que nos desatenderemos de las tareas, sino que nos dará tiempo para actuar como un verdadero estratega, manteniendo una visión general del proyecto o empresa, supervisando, orientando y aconsejando de forma particular a cada integrante del equipo y, en su caso, acercando los recursos y la capacitación necesarios para la consecución del trabajo.
Una vez que delegamos responsabilidades debemos mantener informado al equipo sobre las decisiones de la compañía y las necesidades del cliente. Esta acción suele causar temor a muchos líderes de proyecto, pues temen perder autoridad ante sus subordinados o ante los directivos de la empresa. Pero es necesario saber que con la información adecuada y completa se logra que quien recibe la responsabilidad tome las decisiones adecuadas. Ocultar información puede dañar los objetivos a obtener. sobre las decisiones de la compañía y las necesidades del cliente. Esta acción suele causar temor a muchos líderes de proyecto, pues temen perder autoridad ante sus subordinados o ante los directivos de la empresa. Pero es necesario saber que con la información adecuada y completa se logra que quien recibe la responsabilidad tome las decisiones adecuadas. Ocultar información puede dañar los objetivos a obtener.
La filosofía de Jay Van Andel, cofundador de Amway Corporation -“Delegar o Estancar”- habla claramente del sistema de su empresa. Una persona aprende ciertas habilidades que después las replica una y otra vez. Jay y su socio, Rich DeVos constantemente delegan y se reemplazan, demostrando que la única forma de avanzar en cualquier negocio es seguir delegando.
Por último, hay que tener en cuenta que un buen líder apoya, reconoce y valora las aportaciones de quienes han asumido las responsabilidades delegadas. Una eficaz delegación de tareas no solo supone un ahorro de tiempo y de recursos sino que también potencia los resultados de nuestro equipo de trabajo. Además, quien recibe la responsabilidad se siente reconocido y valorado, logrando que trabaje en favor de la empresa. Este nuevo estilo de liderazgo ha demostrado su efectividad, ya que al delegar responsabilidades se refuerza la influencia del líder en el equipo, al interior de la compañía y frente a los superiores.